Empiezo hablando de Dimitris Christoulas, un hombre de 77 años, jubilado en Grecia que decidió suicidarse -pegándose un tiro en las afueras del Parlamento Griego- tras no poder soportar el agobio por las dificultades económicas por las que atravesaba, es una imagen de la amargura de una crisis injusta y por la que pagamos todos y, sobre todo, los más débiles.
¿Qué agonía vivía este hombre para quitarse la vida con la premeditación con la que lo hizo?
Simplemente voy a transcribir la carta que llevaba en su bolsillo Dimitris:
“El Gobierno de Tsolakoglou ha aniquilado toda posibilidad de supervivencia para mí, que se basaba en una pensión muy digna que yo había pagado por mi cuenta sin ninguna ayuda del Estado durante 35 años. Y dado que mi avanzada edad no me permite reaccionar de otra forma (aunque si un compatriota griego cogiera un kalashnikov, yo le apoyaría) no veo otra solución que poner fin a mi vida de esta forma digna para no tener que terminar hurgando en los contenedores de basura para poder subsistir. Creo que los jóvenes sin futuro cogerán algún día las armas y colgarán boca abajo a los traidores de este país en la plaza Syntagma, como los italianos hicieron con Mussollini en 1945″.
Políticos y gobiernos deben de entender que todos somos conscientes que esta crisis es difícil y cruel, pero no deben de olvidar que los mayores perjudicados por esta crisis son los propios ciudadanos a los que ahora se les pide que hagan más esfuerzos o se les dice que no pueden tener los mismos derechos. OJO! No puede ser que durante años unos pocos hayan explotado económicamente la situación de bonanza, y que ahora de la situación de decadencia en la que nos encontramos los que salgan tremendamente heridos y perjudicados sean los que menos se beneficiaron. Sin olvidar los años y años de lucha por la consecución de derechos sociales que se tambalean ahora por asegurar que la eliminación de estos es “la solución”.
#losrecortessocialesNOsonsolución
#sonmisderechos